La Casa MR, ubicada entre dos cordilleras en el valle de Puembo, encuentra su lugar en el mundo a partir de su orientación.
AÑO: 2021
SUPERFICIE: 575 m²
FOTOGRAFÍA JAG studio
La Casa MR, ubicada entre dos cordilleras en el valle de Puembo, encuentra su lugar en el mundo a partir de su orientación. La percepción es completa, cuando lo que vemos desde la ventana pertenece a la casa también. De ahí la importancia de proyectarla desde el punto de vista de quien va a usarla.
Las palabras dentro y fuera forman una dialéctica de división y la evidente geometría de dicha dialéctica nos ciega. Así mismo las palabras: muro, puente, vacío, aparecen primero como idea casi arquetípica, nada se puede hacer con ellas solas. Entonces la arquitectura las organiza.
Dos muros cortan el bloque longitudinal en tres volúmenes: los dos extremos son contendores, el del centro un vacío. Un puente ata la ruptura por dentro y un patio zurce el quiebre por fuera. Esa es la casa.
Los muros ponen en primer plano la manera de organizar la estructura, la estructura no solamente de carga sino la estructura del espacio. Los muros configuran el volumen central y lo proyectan al exterior, los muros están dentro y fuera limitando una estructura abierta, libre y amplia que posibilita relaciones y condiciones de movilidad lúdica, por aquí subo, por aquí me desplazo.
Los otros dos volúmenes en cambio, con otro tipo de límites verticales, no solo nos permiten disponer de espacios descolumnados, sino que, los elementos se van modelando para ir formando armarios, estanterías o espacios habitables a partir de la pared.
La escalera y puente interior responden al propósito de poner en valor la casa mediante su recorrido, mediante una promenade architecturale. Al movernos, en el andar sobre la casa, todos los mecanismos visuales encuentran su razón de ser. Con las líneas que marcan el recorrido de nuestros pasos dialogan las líneas de nuestra mirada, ya sea hacia el exterior, bajo el puente o sobre el puente.
Con la casa sustentada sobre dos muros protagónicos, los elementos de cierre o cobertura pueden desvincularse del contorno y proyectarse extendiendo terrazas y balcones como fachada. Entendiendo la configuración de fachada habitada, esta desaparece, de cierta manera, y pasa a ser importante la franja exterior expuesta de la vivienda. Podemos pensar en la fachada no como envolvente estático sino como una contenedora de vida que se transforma con los habitantes.